jueves, 1 de julio de 2010

Miedo a la calle

El domingo 22 de junio, sucedió un hecho que estremeció a todo el país y que nos llenó de miedo, más miedo del que sentimos a diario desde hace más de 20 años, desde siempre. Sí este es el país del miedo, aquí sobrevivir es una conquista. Ese domingo a eso de las 7:30 de la noche, unos pandilleros quemaron un microbús con todos sus pasajeros a bordo, 16 murieron y 12 quedaron con vidas pero con quemaduras que cubren del 60 a 80% de sus cuerpos. Todos, lo que leímos la noticia y la vimos por la televisión quedamos estupecfactos, sorprendidos y sobre todo asustados. El miedo, ese que siempre hemos sentido, de salir a la calle, de estar afuera en horas nocturnas o de caminar a solas, de día o de noche, se hizo más grande, más profundo. Es un miedo que no se puede explicar, pero que se percibe en la calle, en medio de una acera, incluso si estás a la entrada de tu vivienda. Nosotros los que tenemos vehículo también tenemos miedo, cada semáforo es un momento para estar alerta, para mirar alrededor y rogar a Dios que esos huelepega que nos limpian los parabrisas a la fuerza, no terminen por lastimarnos. Tenemos miedo también de los motociclistas, esos que nos miran con recelo y observan a través de la ventana hurgando con sus ojos nuestras pertenencias. Nos da miedo que nos pongan una pistola y nos roben cualquier cosa. Pero quienes viajan en bus tienen más que miedo, una especie de terror, no todos, pero algunos cuando se suben a un microbús o a un bús, se sientan en la orilla del asiento, miran a su alrededor, aprietan su cartera o su mochila y cualquiera- cualquier joven - es sospechoso, yo diría que casi cualquier hombre y algunas mujeres- Lo sé porque lo he vivido, el martes siguiente al horrible atentado del microbús me subí en una coaster y fueron los 30 minutos más terribles de mi vida, oré todo el camino y se subió toda suerte de extraños, un borracho que dijo tener a su hijo enfermo de leucemia, un vendedor de llaveros que parecía de pies a cabeza un maleante y una mujer, borracha también y drogada con un hermosísimo bebé que parecía gringo, pidiendo todos dinero, casi toda la gente les dio, más por temor que por compasión. Yo veía los rostros de mis compañeros de viaje y todos, todos ! mostraban una especie de alerta en su mirada. Yo tenía miedo y ellos también.
Este país se está convirtiendo en un sitio "invivible", en un lugar del que uno sólo quiere irse.
Esta mañana tenía planeado ir al banco, decidí que iría a Galerías, un centro comercial ubicado en una zona bastante segura de la ciudad, pero desperté con la noticia de que ahí dentro se habían colado dos ladrones que pasaron la noche ahí y mataron al vigilante. Sí lo mataron, y es el centro comercial más seguro, bueno así lo creía yo. Cuando los capturaron pudimos ver a través de la televisión que mostraban las camisetas del uniforme del lugar, esas que usa cualquier empleado, las que usan los mismos empleados que cuando yo he visitado el mall, y entrado al baño, también han estado ahí dizque limpiando , todos aquí pensamos que ya ni siquiera se podrá ir al mall, también nos dará miedo. Pero yo fuí, tenía que ir a pagar unas cosas, pero todos, o casi todos los que vi me parecieron sospechosos y me asaltó de nuevo ese pensamiento, este país es invivible, el miedo a salir, el miedo a la calle nos está quitando la paz.
Yo fui a Galerías y más de un centenar de personas también, habían olvidado lo que pasó? No! pero aquí no hay otra manera de vivir, pasar la página es un acto cotidiano, aun sabiendo que hay entre 14 y 16 asesinatos al día, que aquí descuartizan y matan a diario, no puede uno quedarse detenido, decidido a no vivir, No, no se puede....pero a muchos, como a mí y a varios miembros de mi familia nos están entrando unas enormes ganas de salir corriendo, de abandonar este país al que tanto tememos!!!

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